lunes, 30 de marzo de 2009

Mi hermano, ¡qué orgulloso estoy de él!

¡Hola! ¿Cómo estáis? Yo bien, por fin volvemos a escribir en el blog, antes con los exámenes y demás, no había tiempo para ello. ¡Y total, todo el estudio para nada! Porque me ha quedado una asignatura, y me voy a junio con ella. ¡Menuda lata! Menos mal que en el tercer trimestre no tengo que vivir en Toledo. ¡Qué alivio más grande!

Hoy os voy a contar un poco lo orgulloso que me hace sentir mi hermano a lo largo del día.
Como ya sabéis, en esta sociedad hay mucha gente que cree que una persona con discapacidad es incapaz de hacer nada. Creen que su discapacidad las empequeñece tanto que no son capaces de hacer nada útil, y claro, piensan que nadie se puede sentir orgulloso de ellas. ¡Pues muy mal! Eso es un mentirusco de los gordos, ¡una persona con discapacidad puede dar muchos motivos para el orgullo!

Mi hermano con síndrome de Down es motivo de mi orgullo por muchas cosas. En primer lugar, porque es buena gente. Y esto es algo muy importante. ¡Ya le gustaría a la mayoría ser tan bueno como él! En él no hay maldad, entre otras cosas, porque sabe mucho de injusticias, y la experiencia le ha enseñado que ser bueno y bondadoso es más gratificante y mejor que ser malo y cruel.

Además de eso, resulta que es un tío muy listo. Puede que tenga discapacidad intelectual, pero eso a menudo no tiene que ver con su inteligencia, aunque así dicho quizás parezca un disparate. De hecho, de lo listo que es, me sorprende a menudo.

Es alucinante que, a pesar de su discapacidad, sea capaz de acordarse de los capítulos de Los Simpsons. A lo mejor hace años que no ve un episodio, y cuando lo vuelve a ver es capaz de acordarse de chistes o situaciones de las que ni yo me acordaba... Me pasa a veces que, cuando estamos viendo la serie, él se anticipa a los acontecimientos y dice lo que va a pasar o lo que no.
A mi hermano es que le encantan Los Simpsons, y se ríe un montón con ellos. Puede que muchas veces no sepa de qué va la trama del episodio, o no entienda algunos de los chistes, pero sí que entiende otras cosas (no solo gestos o situaciones, sino también incluso juegos de palabras). Como la vez que Homer sueña con el país del chocolate, o cuando va a la universidad. El caso es que mi hermano se parte de risa, y a mí me encanta que se parta, porque significa que es listo y despierto.

Además, tiene una memoria musical flipante. Esto también me sorprendió mucho: le gusta mucho la música, pero ni por asomo creía que fuese capaz de reconocer canciones que hace años que no escuchaba, como me demostró el verano pasado. En una tarde en que estábamos en casa, le puse vídeos musicales en el YouTube. Y, navegando navegando, acabamos viendo vídeos de canciones de hace 8 o 10 años, de las que ni yo me acordaba... pues bien, él sí se acordaba de ellas, las tarareaba e incluso se acordaba de la música. Me quedé alucinado.

Cuando veo a mi hermano jugando al fútbol también me enorgullezco mucho. Bueno, en realidad me enorgullece verle jugar a él y a todo su equipo. Me encanta ver cómo todos se sobreponen a sus dificultades psíquicas y físicas, y juegan al fútbol y se lo pasan en grande. El otro día, sin ir más lejos, estuvieron en Toledo jugando una liguilla con otros equipos ¡y quedaron segundos! Sólo perdieron un partido, lo cual por otra parte es perfectamente normal porque sus adversarios eran muy buenos.
¡Mi hermano hasta hizo un gol! Yo no pude estar para verlo, pero mi padre sí lo vio y me dijo que fue un golazo. ¡Claro que sí! Mi hermano es un triunfador.

Y encima, es guapísimo el jodío. Miradle cuando era pequeñín. ¿A que dan ganas de comérselo?